sábado, 30 de abril de 2011




GASSHO!! 
Grupo de Sesshin de Primavera 2011, con el Maestro Dokousho Villalba



jueves, 28 de abril de 2011

¿COMO LLEVAR UNA VIDA ZEN?


VIDA ZEN...SIN NECESIDAD DE SER MONJES.


Hay 12 puntos fundamentales y básicos para llevar una vida parecida a los monjes Zen sin necesidad de tener que convertirse en uno de ellos:
1. Una cosa cada vez. Es parte de la vida de un monje Zen, una tarea, nada de multitareas. Un proverbio Zen dice “cuando camines, camina. Cuando comas, come
2. Hazlo pausadamente y con propósito. Aunque hagas una cosa cada vez, pueden realizarse aleatoriamente y con precipitación. Por el contrario tus acciones deberán ser razonadas y realizadas con pausa, así ganarás en concentración.
3. Hazlo de forma plena. Centra tu mente en la tarea y complétala antes de pasar a la siguiente. Si algo queda inacabado, aparta la tarea completamente no dejando ningún resquicio. Si preparas un bocadillo, no lo comas hasta que hayas recojas y limpiado todo lo que utilizaste para prepararlo.
4. Haz menos. Un monje Zen no tiene una vida perezosa. Se levanta pronto y trabajada durante todo el día, pero no genera una lista de tareas sin acabar. Realice las tareas que realice serán esas y ninguna más. Menos tareas significa poner tu atención en ellas y las realizarás plenamente, Muchas tareas programadas hará que saltemos de una a otra rápidamente sin pensar y sin concentrarnos en ellas.
5. Espacia las tareas. Disponer de tiempo entre tareas te ayudará a concentrarte en ellas y te facilitará completarlas. Una programación relajada ayudará a finalizar tareas que se alarguen disponiendo del tiempo que necesario para finalizarlas.
6. Desarrolla rituales. Los monjes Zen tienes sus propios rituales para las tareas que realizan, desde comer a limpiar o meditar. Eso les ayuda a darles la máxima atención y a que sean realizadas, con pausa, correctamente. No tienes que seguir ningún ritual, crea tus propios para cada tarea que realices, preparar comida, limpiar, despertarse o acostarse o hasta como preparase para el ejercicio.
7. Asigna tiempo para ciertas tareas. Hay tareas diarias que requieren un horario específico. Determina el tiempo para el aseo, para trabajar, para limpiar o para comer. Esto asegura que las tareas sean realizadas regularmente. Si para ti una tarea tiene la importancia suficiente para realizarse con regularidad, asígnale el tiempo necesario.
8. Dedica tiempo a sentarte. Una parte fundamental de la vida del monje Zen es la meditación sentado (zazen). Esto requiere designar un tiempo simplemente para sentarse. La meditación es práctica ayuda a encontrase pero no hay por qué realizarla cuando estés sentado. Hacer ejercicio puede ser una buena práctica para centrarse en uno mismo, cualquier actividad te pude ayudar a encontrarte.
9. Sonríe y ayuda a los demás. Los monjes Zen dedican parte de su día al servicio a los demás. Esto enseña humildad y aleja el egoísmo de sus vidas que se orientan al servicio. Dentro de la familia o fuera puedes dedicar ese tiempo a los demás. De igual forma sonreír y ser amable con todo el mundo ayuda a mejorar la vida de los que te rodean. Considera unirte al trabajo voluntario de caridad.
10. Haz que limpiar o cocinar sean parte de la meditación. Además de la meditación zazen, limpiar y cocinar son partes importantes del día de un monje Zen. Pueden resultar ensalzantes al realizarlas cada día como practica del auto-conocimiento. Si para ti son aburridas, intenta hacerlas parte de la meditación, concéntrate en ellas, hazlas pausada y plenamente, tu día cambiara plenamente (y tu casa estará más limpia).
11. Piensa qué es necesario. Hay muy poco en la vida de un monje Zen que no sea necesario. En su armario no hay prendas exclusivas, ni muchos zapatos, nada de instrumentos tecnológicos, coches o comida basura (su dieta es vegetariana). No es necesario vivir como un monje Zen pero nos tiene que servir para recordar que hay muchas cosas en la vida que no son necesarias, y es interesante pensar que necesitamos realmente en nuestra vida y que cosas son necesarias.
12. Vive de forma sencilla. Es el corolario de la regla 11, si no es necesario, puedes vivir sin ello. Libérate de aquello que no sea necesario o esencial. Para cada uno, esto será diferente, familia, lectura, ejercicio o lo amigos pueden ser algo esencial en tu vida. Decide que es lo más importante para ti y hazle hueco en tu vida eliminando lo que no sea esencial.

LAS 10 DIRECCIONES


Los diez estados


Una cuestión primordial dentro del budismo es el estado de vida del ser humano, la alegría o el sufrimiento que este experimenta momento a momento. Ello implica una interacción entre las condiciones del ambiente externo y las tendencias interiores de la vida. Las mismas condiciones (por ejemplo, el mismo ámbito de trabajo) que un individuo puede llegar a sentir como un suplicio sin tregua, son tal vez una fuente de estimulante desafío y satisfacción para otro. El propósito del budismo es que fortalezcamos nuestro estado de vida para ser capaces de superar e incluso de transformar las condiciones más difíciles y negativas.

Basándose en el Sutra del loto, T'ien-t'ai, erudito budista del siglo VI, desarrolló un sistema para clasificar la experiencia humana a partir de diez estados. Esta doctrina de los Diez Estados fue adoptada por Nichiren, quien puso de relieve la naturaleza subjetiva de esas condiciones de la vida: "En primer lugar, está la cuestión de dónde quedan exactamente el infierno y la Budeidad. Con respecto a esto, un sutra señala que el infierno se encuentra bajo tierra, y otro afirma que el Buda reside en el Oeste. Sin embargo, un examen más cuidadoso revela que ambos existen en nuestro cuerpo de un metro y medio de altura". (1) 

El primero de los Diez Estados y el más bajo es el de Infierno, una condición signada por la desesperanza, en que el individuo se encuentra completamente abrumado por el sufrimiento. Le sigue el estado de Hambre, dominado por deseos ilusorios que jamás logran satisfacerse. Animalidad viene a continuación; quienes se hallan en esa condición dominada por los instintos se retraen de temor ante el más fuerte y hacen daño a los más débiles. El próximo estado, la Ira se caracteriza por la urgencia irrefrenable de superar y dominar a los demás, a menudo bajo una máscara de bondad y de sabiduría. Estos primeros cuatro estados se denominan los Cuatro Malos Senderos, debido a la negatividad destructiva que los caracteriza.

El próximo estado es el de Humanidad, una condición de calma que permite emplear la razón y ejercitar un pensamiento juicioso y sereno. Si bien este es el estado que define nuestra identidad como seres humanos, también es cierto que constituye un equilibrio un tanto precario que, ante una situación negativa, puede hacernos caer en alguno de los estados inferiores. Éxtasis, el estado siguiente, se caracteriza por la gozosa exaltación que se siente ante el logro de un deseo o el cese del sufrimiento. Estas dos últimas condiciones de vida se agrupan a veces con las cuatro primeras en lo que se denomina los Seis Estados Inferiores. Básicamente, en todos ellos, el individuo reacciona a las condiciones externas, que lo influyen y, en consecuencia, le impiden actuar con libertad y autonomía.

Lo que el budismo denomina los Cuatro Estados Nobles es la representación del esfuerzo humano para vivir con integridad, libertad interior y misericordia. El estado de Aprendizaje es una condición que aspira a la iluminación. El de Comprensión Intuitiva denota la capacidad para percibir por uno mismo la naturaleza de los fenómenos. Juntos ambos se denominan a veces Dos Vehículos, pues quien manifiesta algunas de esas condiciones de vida ha logrado una iluminación parcial y se ha liberado de algunos deseos ilusorios. Pero, a la vez, en dichos estados las personas pueden ser demasiado autocomplacientes y egoístas, tal como lo confirman muchos textos budistas en los que el Buda reprende a las personas de los Dos Vehículos por su egocentrismo.

El estado de Bodhisattva es una condición en que el ser humano ha superado las barreras del egoísmo y se esfuerza incansablemente por el bienestar de los demás. El budismo Mayahana, en especial, enfatiza la figura del bodhisattva como el ideal del comportamiento humano. La budeidad es el estado de plenitud absoluta y perfecta libertad, en el que se disfruta de la unión total con la energía vital del cosmos. Para una persona en el estado de budeidad, todo, incluso los sufrimientos inevitables de la enfermedad, la vejez y la muerte, es motivo de dicha y de profunda satisfacción. El estado de budeidad se manifiesta a través del compromiso altruista en bien de los demás y de las acciones que se llevan a cabo en el estado de bodhisattva.

Esto nos remite a un aspecto clave de la concepción de Nichiren acerca de los Diez Estados: cada uno de ellos contiene los otros nueve. Según sus palabras: "Hasta un villano desalmado ama a su esposa y a sus hijos. Él también posee una parte del estado de bodhisattva dentro de sí". (2)

Por ende, el potencial para manifestar la sabiduría y la acción iluminadas propias del estado de budeidad existe incluso en el interior de una persona cuya vida está sumida en los estados inferiores de Infierno, Hambre o Animalidad. 

Del mismo modo, es también cierto que el estado de budeidad no está en absoluto separado de los restantes nueve estados. En realidad, la sabiduría, la vitalidad y el coraje inherentes a la budeidad pueden influir en una persona y transformar, por ejemplo, su tendencia hacia el estado de Ira. Cuando la Ira recibe la influencia de la misericordia propia de los estados de bodhisattva y de budeidad, se puede convertir en la fuerza vital necesaria para combatir la injusticia y transformar la sociedad.

El propósito de la práctica budista, que para los creyentes en el budismo de Nichiren consta de la recitación de Nam-myoho-renge-kyo, es hacer surgir el estado de budeidad capaz de iluminar la vida de cada persona y de crear valores perdurables en su eterna travesía por los Diez Estados. 

[Basado en el artículo publicado en la edición de octubre de 1999 de la revista SGI Quarterly.]


Notas bibliográficas
(1) The Writings of Nichiren Daishonin (Los escritos de Nichiren Daishonin), Tokio, Soka Gakkai, 1999, vol. 1, pág. 1137.
(2) NICHIREN, Nichiren Daishonin Gosho Zenshu (Escritos completos de Nichiren Daishonin), Soka Gakkai, Tokio, 1952, pág. 24

¿QUE SON LOS TRES VENENOS?


CANTO DEL LAMA

Los tres venenos – la fuente de los problemas


Conforme se profundizan y se hacen más complejos los problemas de nuestro planeta, la posibilidad de que la humanidad deshaga la destructiva red que hemos tejido puede parecer cada vez menos fácil de creer. La esperanza que ofrece el budismo a esta penetrante sensación de incertidumbre está en la perspectiva de que dado que todos los males de nuestro mundo han sido creados por los seres humanos, está en nuestras manos resolverlos. Tanto los problemas como sus soluciones existen dentro de nosotros.

El budismo comenzó como una valiente y humana confrontación con la realidad del sufrimiento. Su impulso originario no estuvo en el retiro o en el escape de los desafíos y contradicciones de la vida. Por el contrario, la práctica budista podría definirse, en términos amplios, como una lucha por extraer y hacer brillar la sabiduría del hombre en la vida y la sociedad. Una comprensión minuciosa de las causas de la miseria humana es un punto de partida para esta filosofía. De esta manera, Nichiren escribe, "Se llama buda a aquel que está profundamente iluminado con respecto a la naturaleza del bien y el mal, desde la raíz hasta sus ramas y hojas".

En la raíz de la miseria humana, el budismo ve tres impulsos destructivos: la avaricia, la ira y la estupidez, a los que llama los "tres venenos". Estos son la esencia de todas las ilusiones y las funciones negativas de la vida que impiden la realización de todo nuestro potencial para la felicidad y la creatividad.

De los tres venenos, la estupidez es el más fundamental, debido a que facilita la avaricia y la ira. Aquí, la estupidez significa ignorancia (pasiva o voluntaria) de la verdadera naturaleza de la vida. Es la ceguera a la realidad de nuestra interrelación –no simplemente relación y dependencia mutua, sino la conexión de la extensión de cada una de nuestras vidas con la extensión de todas las formas de vida del universo; el hecho de que cada uno de nosotros sea un componente vital de la vida misma y un nexo de inmensas posibilidades. Porque oscurece la verdad de la vida, la naturaleza iluminada, esta ignorancia también es conocida como "oscuridad fundamental".

Nuestro más profundo sentido de realización yace en la experiencia de esta conexión y en las acciones que la mantienen. Sin embargo, bajo la influencia de esa ignorancia, buscamos la realización mediante el logro de adquisiciones y posesiones (objetos, fama, poder, y así sucesivamente). La avaricia es el impulso descontrolado por concretar esos deseos, incluso a costa de la infelicidad de los demás. Inevitablemente, esas búsquedas conducen únicamente a una sensación de frustración. La ira es el impulso violento que brota de la misma orientación egocéntrica. No sólo es furia explosiva, sino también resentimiento, envidia –todas las emociones insidiosas, fundamentalmente autodestructivas, del ego herido.

Estos venenos, de esta manera, socavan nuestra felicidad individual, impiden nuestras relaciones y dificultan el despliegue de nuestro extraordinario potencial creativo. Su influencia, sin embargo, va más allá de esto. En un nivel social ellos emanan de la vida interior de las personas y se convierten en causa de conflictos, opresión, destrucción ambiental y flagrantes desigualdades entre las personas. Un texto budista expresa lo siguiente: "Porque la ira se incrementa en intensidad, ocurren los conflictos armados. Porque la avaricia se incrementa en intensidad, surge la hambruna. Porque la estupidez se incrementa en intensidad, estalla la peste. Y porque ocurren estas tres calamidades, los deseos mundanos (la ilusión) se hacen más numerosos y poderosos que nunca. Las falsas percepciones florecen más y más".

Desde la perspectiva del budismo de Nichiren, los tres venenos son un aspecto inherente a la vida y nunca se pueden erradicar completamente. En realidad, un enfoque religioso basado en la eliminación de estos venenos de la vida simplemente puede engendrar hipocresía. En la tradición de Nichiren la práctica budista puede ser descrita como un proceso para transformar constantemente la energía de estos impulsos ilusorios y redirigirlos hacia la creación de valor. En un sentido más general, es a través de la lucha espiritual por orientar continuamente nuestra vida hacia el respeto a los demás y por trabajar por el mayor bien de todos que podemos trascender y modificar estos venenos. En este proceso, la energía destructiva de la ira, por ejemplo, se sublima en una fuerza protectora que puede contrarrestar la injusticia, evitando que seamos simplemente arrastrados por las fuerzas externas o que se aprovechen de nosotros los malintencionados.

El diálogo que tiene como base la voluntad de conectarse genuinamente con las personas en una actitud de respeto y aliento mutuos es una poderosa clave en este proceso transformador.

Esencialmente, el establecimiento de la paz y la seguridad sobre nuestro planeta depende de un cambio interior en la vida de las personas. Como lo establece la constitución de la UNESCO, "Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz". El sentido de responsabilidad por buscar continuamente el desarrollo de nuestro potencial para el bien creativo, es la clave para el empoderamiento del ser humano y para el comienzo de la más amplia transformación del planeta.


[Cortesía de la revista SGI Quarterly, edición de octubre de 2005.]

miércoles, 27 de abril de 2011

¿QUE SENTIDO TIENE LO QUE HAGO?


Muchas veces me veo cazando moscas, como este sapo. 
Y ya me cansé de las moscas y de dar saltos de una cosa a otra. 
Es la hora del ¡para yá!


El único sentido que tiene lo que hago ahora 
es no perderme en el laberinto de mi mente y ser engullida por la duda, el miedo o la dispersión.


Para ello necesito aprender una manera 
que me permita entrar y salir del laberinto.

LA VIDA PASA VELOZ COMO UNA FLECHA

¿QUE ESTOY BUSCANDO?

Busco la manera de ser lo que soy
la manera de dejar caer el peso de mi espalda
la manera de dar gracias con cada respiración, con cada acto, con cada pensamiento,
descubrir la naturaleza de lo que soy, de lo que hago de lo que siento y de lo que pienso.

 
¡¡Y aprender a caminar abriéndome a la vida a cada paso, uniendo cielo y tierra en cada respiración!!


IMÁGENES DEL MAESTRO DOGEN